De todas partes llegan marchando escuadrones de soldados bayoneta en ristre, unos visten de azul y marrón y otros de blanco, creo que representan la armada nacional y la austriaca cuando esta nación se independizó del Imperio Austro-Húngaro en 1849. Nosotras los seguimos junto con el río de turistas pero al llegar a la Plaza nos encontramos con un espectáculo aterrador, el constante bombardeo de los cañones y el humo negro que exhalan la han convertido en un auténtico campo de batalla, me arde la garganta y si corren lágrimas por mis mejillas no se debe sólo al humo sino a la representación tan vívida y a la sorpresa de presenciar la crueldad y estulticia de los hombres enfrentados cuerpo a cuerpo, está tan bien teatralizado que el combate parece real, con muertos y heridos esparcidos por el suelo. De modo que nos escapamos por una ladera de la colina hasta encontrar una terraza donde poder apaciguar el ánimo y disfrutar de una cerveza local entre las flores. Poco a poco vuelven a aparecer los soldados, van y vienen riendo sobre sus caballos desde la cercana plaza, o vienen paseando acompañados de sus familias. Ya se han sentado a tomar cerveza en la mesa de al lado, yo los observo y no puedo dejar de pensar que el inminente riesgo que corre Europa en esta hora no es una mera representación.
Desde las torres de la muralla del Castillo he podido contemplar la inmensidad del conjunto de ambas ciudades. Aunque desde aquí no puede verse, más lejos, sobre esta misma ribera de Buda se levanta el Palacio Presidencial, esencialmente administrativo, de aires algo napoleónicos, a su lado queda el palacete en el que moran sus gobernantes. Buda es menos urbana que Pest, más residencial y cara, edificada sobre un terreno de suaves colinas verdes donde no hay rascacielos. Pero tampoco los hay en Pest (apenas un par creo, y no muy altos), aunque corre el rumor de que muy pronto un grupo de Dubái va a levantar una ciudadela de rascacielos en la península sur, frente al Müpa, lo cual cambiaría por completo el augusto rostro de Budapest. El otro día fuimos a este super moderno Concert Hall - hay mucha vida cultural y muy variada en esta ciudad - vale la pena el Müpa, hay conciertos gratis.
Seguimos nuestro recorrido por el maravilloso barrio del Castillo, Mariann me cuenta algo insólito sobre la vieja Buda que escuchó de labios de su amigo Csanád Bálint, ex director del Archeolgy Institute (HAS). Hacia 1950 Stalin decidió venir en visita oficial a Budapest, en ese entonces el líder del Partido Comunista de Hungría se llamaba Mátyás Rákosi. Este ínsigne ígnaro pensó que él, a imitación de su líder, tenía a su vez el derecho a tomar decisiones, lo peor es que tuvo por un largo periodo la firme intención de llevarlas a cabo. Había determinado que para complacer a Stalin era necesario deshacerse de toda apariencia monárquica antes de su visita. El “royal style” en gran medida representa el carácter de la ciudad, obsesionado por volatilizar todo monumento que no era de su gusto, sin importar su valor, estaba a punto de cometer el crimen histórico cuando por fortuna el Director en esa época del “Archeology Institute Hungarian Academy of Sciences”, László Gerevich, no se sabe aún cómo, logró convencerlo milagrosamente de no proceder. Finalmente Stalin nunca llegó, ¡bendito seas László Gerevich!
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