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SOS electoral: ley, pacto ético y más debates

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Foto: conmasgracia.org

Estas elecciones están demostrando cuánto nos queda  aún por avanzar en institucionalidad democrática y electoral. Y en esto tienen que asumir responsabilidad no solo los partidos y candidatos, sino principalmente los miembros del saliente Congreso que desperdiciaron una magnífica oportunidad de reformar el sistema electoral integralmente pero que, por intereses subalternos y propios, no lo hicieron.

El presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Francisco Távara,  ha insistido, y con razón, en la extrema necesidad de revisar la reciente Ley 30414, que modificó la Ley de Partidos Políticos para  introducir cambios “inoportunos y defectuosos”. Entre otras cosas creó una barrera electoral diferenciada para las alianzas electorales y prohibió la entrega de dádivas con topes arbitrarios  e irreales, bajo apercibimiento de multa y exclusión de candidatos.

Todo esto, dice Távara, ha propiciado una serie de graves “incidencias” en la primera etapa (como la polémica exclusión de varios candidatos)  y, si se mantienen, harían sumamente caótica y tortuosa cualquier futura elección, sobre todo si es municipal o regional.

REFORMA INTEGRAL Y UNA CORTA SEGUNDA VUELTA

Sin embargo, esto es solo una parte ínfima de lo que queda por hacer, pues el país sigue a la espera de una reforma electoral integral. ¿Tendrá el próximo Congreso, con mayoría fujimorista,  la entereza de asumir este compromiso con la gobernabilidad democrática y la peruanidad? En concreto: ¿Se aplicarán los nuevos legisladores a debatir una reforma integral cuyo debate incluya desde la renovación por tercios del Parlamento hasta  la eliminación del voto preferencial y la implantación del sufragio libre, pasando por la elección por distrito uninominal que enfatice la responsabilidad congresal y la rendición de cuentas? 

Con el mismo ánimo debe revisarse la fecha de la segunda vuelta, para que la distancia con la primera  sea más corta y dinámica y dedicada a debatir propuestas concretas, evitar  maniobras dilatorias y populistas y no amanecer cada día con propuestas sacadas a última hora de debajo de la manga. En otros países como Argentina, el plazo es de cuatro semanas.

El objetivo debe ser establecer un marco electoral integral y dinámico, que dé prioridad a la democracia, el orden y la responsabilidad,  además de promover  partidos políticos sólidos. ¿Cómo es posible, en tal sentido, que se haya permitido que los partidos entren en la carrera electoral pero, mirando las encuestas y sus intereses propios, puedan retirarse hasta la hora nona solo para conservar su inscripción partidaria y usarla como vientre de alquiler en una próxima elección?  ¡Absurdo e indignante!

Estos no son errores de nuestros legisladores, sino simples artimañas que revelan lo peor de la política del otorongo (que no come otorongo) y  que tenemos que dejar atrás si queremos reconciliar a los ciudadanos, ahora tan decepcionados de estas prácticas, con la institucionalidad democrática y la gobernabilidad. ¿O esperaremos cinco años más a que aparezcan candidatos ‘antisistema´ que medran de esa creciente desafección ciudadana y que esperas mucho más de sus políticos, sus representantes y sus autoridades elegidas?

HASTA EN LA PUNTA DEL CERRO, PERO ¡DEBATE SÍ!

Con la misma preocupación tenemos que preguntarnos: ¿Para qué sirve el Pacto Ético Electoral suscrito por los candidatos luego de la primera vuelta, donde prometieron debatir programas y propuestas, mantener estándares éticos en la confrontación y dejar de lado las mentiras y los ataques personales? ¿Otra firma  solo para la foto?

Decimos esto porque no entendemos la cambiante actitud de la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, que abierta o tácitamente, trata de recortar al mínimo los debates e imponer nuevas condiciones para realizarlos. Ya el Jurado Nacional de Elecciones ha establecido un debate principal para el 29 de mayo, cuyo formato tiene que ser pensando en los electores,   por lo que podrían realizarse otros entre los candidatos en el resto del país, en el norte, centro, sur y en la Amazonia  en otras fechas.

La incorporación de nuevos miembros o asesores en los equipos de campaña puede ser novedosa y mediáticamente rentable por un corto tiempo, pero lo que demuestra es, por otro lado, la carencia de cuadros sólidos al interior del partido y peor aún la fragilidad de sus programas. Ello se confirma con las propias declaraciones de los nuevos  ‘jales’ que anuncian cambios muchas veces radicales en los programas de los candidatos.  ¿Es decir, se cambia el programa de programa de gobierno según como sople el viento y de acuerdo al nuevo incorporado o al  bolsón de votos a que se apunte? Tal  relativismo principista y ético es absolutamente criticable y nos devuelve a lo peor de los usos políticos que no podemos tolerar.

En los días que quedan de campaña esperamos el retorno de la cordura y del respeto a los electores. Queremos más debates y más propuestas de ideas. La desaceleración económica, la inseguridad ciudadana, la corrupción y la pobreza aún prevalente son, entre otros,  gravísimos problemas que no pueden esperar y demandan candidatos responsables que expliquen al país que harán y cómo para resolverlos. Allí veremos si tienen o no la talla de estadistas para conducir al país que no puede desviarse de la ruta del desarrollo, la paz y la inclusión.

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