Así toda tarada e inocente, me descargué la aplicación y me creé mi cuenta. Todo bien. Luego, vi que un radar buscaba a las personas que estaban cerca a mi punto de encuentro (a lo que no presté tanta atención) y empecé a chequear las fotos. Más o menos la interacción fue la siguiente:

En mi expedición me encontré con puro mostro, hasta que por ahí había uno que otro posible material (para stalkear). La cosa es que le di 'corazoncito' a un par como para webiar. No pasaron ni dos segundos para que la aplicación me asustara con "match" y me abriera un chat. Me sentí como cuando recién aparecieron las cabinas de Internet y las chibolas se iban para chatear en yahoo con tipos raros. Después de unos veinte minutos pude lograr entender Tinder y eliminé mi cuenta por completo (ja, no me busquen).
La idea es algo así:
No tienes los webos y/o ovarios para gilear en persona.

No eres lo bastante interesante como para entablar una conversación boca a boca.

Eres el foreveralone de tu grupo.

O el arrecho.

O el pendejo.

O el friendzoneado.

O el brother o flaca a la que acaban de terminar y quieres buscarte tu clavito, clavón, clavote.

O, para pensar bien, quieres una forma más fácil de ir directo al acto.

Y entonces te creas Tinder.




















Comentarios