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Breve historia de la música griega II, por Elvira Roca-Rey

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La Grecia de la antigüedad fue frecuentada por filósofos-músicos, recordemos entre ellos a Aristógenes  (nacido en Taros, colonia helénica fundada en Italia hoy llamada Tarento), discípulo de la Akademía de Aristóteles. El aporta la notación musical griega, y a la vez se enfrenta a los seguidores de la escuela pitagórica al exponer sus dudas sobre la subordinación de la música a la filosofía. Sus escritos sobre teoría musical resultaron revolucionarios para la estética de aquella época, sostenía que el alma y el cuerpo se relacionan con la misma armonía que las partes de un instrumento musical.

En el ateniense barrio de la Plaka se encuentra el Museo de Instrumentos Griegos, allí podemos admirar una magnífica colección desde la época otomana hasta el siglo pasado. Es mediodía, la hora ideal, todos estás almorzando, el Museo se encuentra casi vacío, estoy como hipnotizada escuchando el sonido del “kanonáki” en la habitación solitaria. Oigo su dulce trinar por los altavoces de la sala mientras lo contemplo sobre la mesa: una plataforma chata de madera en forma de triángulo escaleno de gran dimensión, con decenas de clavijas para tensar sus múltiples nervios que llamamos cuerdas. Es el heredero del “Kánon”, el instrumento que experimentaba nada menos que Pitágoras. Y sigue siendo el mismo que los actuales griegos tocan con dos uñas de metal muy largas, a manera de anillos en los dedos índices. Es lo que nosotros llamamos cítara, tan apreciada en la época bizantina. 

Esta misma “kíthara”, junto al “bouzouki” y al clarinete compone el tradicional trío instrumental llamado “kompanía”, recién después de la Segunda Guerra Mundial la chimitarra o cítara empezó a ser reemplazada por el laúd y la guitarra. En una vitrina leo “guitar”, la etimología de esta joya del s. XIX que estoy admirando viene del antiguo término romano “chitarra”. Es curioso observar cuántos instrumentos musicales hemos heredado puesto que sus propios nombres dan prueba de ello. El “tamburás” por ejemplo es el típico tambor de la tradición rebétika, actualmente llamada “música de las islas” por los extranjeros capaces de diferenciarla de las melodías continentales, que son completamente diferentes. La música rebétika se desarrolló exclusivamente en las islas del Egeo hacia el siglo XIX. Tenemos el “violí”, la “mandolinata” y el “laguto” (el laúd) que se toca con una pequeña espátula de concha de tortuga. La “gaida” del norte (Macedonia y Tracia), cuya bolsa es de piel de cabra con bocina en cuerno de madera y pipa de hueso; y el “klerinó” introducido por los gitanos en el siglo XIX. 

En todo caso, lo que sí sabemos es que el aporte musical de Egipto y Oriente Próximo está en la base de la historia de la música helena. Se supone que se mantuvo más o menos homogénea y fiel a sus orígenes hasta que muchos siglos más tarde - en la segunda mitad del s. IV AC. - tenemos al poderoso ejército de Alejandro Magno avanzando desde esta península mediterránea hasta los confines de la India, pasando por múltiples territorios y culturas, fundando cientos de ciudades y mezclándose con la población local, así de vuelta a casa trajeron consigo un importantísimo bagaje de cultura extranjera en el que hayamos nuevos conocimientos musicales. 

Al que llamamos címbalo, por ejemplo, es un heredero lejano del “santoor” típico persa, como igualmente lo es de la India, allí lo siguen tocando como en la antigüedad: lo colocan en el suelo y con una livianas tijeritas hacen vibrar las cuerdas, pero aquí en cambio, como en este país no se sientan en el suelo, le han añadido patas como una mesa y usan dos palitos envueltos en tela para tocarlo, tiene forma de un gran triángulo trunco y una infinidad de cuerdas en dos niveles, superior e inferior. También los hay un poco más pequeños con un cinto para colgarlo al cuello. Por todas las calles de Grecia se puede escuchar el “santouri”  junto a un “bouzouki” y un clarinete, el típico trío al que llaman “la armónica compañía”, siempre presente en todo lugar donde haya vino y suficiente espacio para bailar el sirtaki.

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