En Centro América “pura vida” significa “salud, felicidad, pasarlo bien, estar bien”, lo que seguramente primó, en el trabajo de márketing, a la hora de bautizar como tal al producto de menor costo de Gloria. Sin embargo, por una cuestión de etiquetado, falta de transparencia y errática gestión de muchos, las cosas se fueron al otro extremo.
El escándalo de la leche Pura Vida, efectivamente, que involucra a uno de los grupos económicos más grandes del país y a millones de consumidores, ha sacado a flote una serie de problemas que van más allá del etiquetado, regulación y defensa del consumidor, y de lo cual debemos sacar lecciones… y soluciones.
1.- SAQUE DESDE FUERA. Lo primero es que --como pasó con los escándalos de la Fifa y de Lava Jato—la voz de alerta, y el esfuerzo de destapar entuertos, vino de fuera. Esto deja un mal sabor entre la mayoría de peruanos, pues revela: que carecemos de mecanismos propios y afiatados para detectar y sancionar; que cualquier remezón anticorrupción, en el más amplio sentido de la palabra, tiene que venir de fuera; y, peor aun, que somos indolentes o indiferentes ante los delitos o irregularidades, lo que revela una muy raleada cultura de respeto al consumidor.
2. DÉBIL INSTITUCIONALIDAD. Ya en nuestro país, si nos centramos en el caso Pura Vida, llaman la atención negativamente, no solo la poco feliz respuesta inicial de la empresa, que no pidió disculpas, sino también la confusa reacción de entidades fundamentales como Digesa e Indecopi (luego veremos lo del Congreso).
En Panamá “Pura vida” entraba y se vendía como “Alimento Lácteo Evaporado Modificado”, y lo que se objetaba era que pusiera en su etiqueta la figura de una vaca. Y el escándalo rebotó acá magnificado al enterarnos de que dicho producto se ofrecía como leche evaporada, con vaquita y todo… ¡y que tenía autorización y registro aprobado por Digesa! Ante el barullo, Digesa dio marcha atrás y señaló que Gloria les había dado información errónea. De inmediato, Indecopi reaccionó también y ambas entidades ordenaron la inmovilización de dicho producto sin entrar en mayores detalles. La empresa anunció que acataría la orden, pero los minoristas se quejaban de la indefinición y del retraso en el cambio o devolución de su dinero. Luego las redes sociales lanzaron duras campañas contra Gloria, que en respuesta lanzó una apurada campaña de “pastillas informativas”, cuyos resultados son de pronóstico reservado por el grave daño a la marca, hasta ahora una de las más queridas del país (en el tope de las ‘lovemarks’). Mucho trabajo por hacer.
3. ¿TEATRO CONGRESAL? Como siempre, mirando a las tribunas y los votos, demagógicamente varios congresistas se lanzaron al ruedo del debate público, con duros ataques a la empresa, con base en gruesas generalizaciones y sin conocer el fondo del tema, citaron casi de grado o fuerza al jefe del Indecopi, al que maltrataron verbalmente.
Sin embargo, ninguno de ellos dijo, por ejemplo, que en Panamá las autoridades aclararon que el producto no representa ningún riesgo para la salud, y que el problema principal era de solo etiquetado e información transparente para el público. Tampoco se tomó en cuenta que mientras en Bolivia inicialmente se prohibió la comercialización de “Pura vida”, luego se levantó esta pues la etiqueta decía que era un “producto lácteo”.
4. POLVO ERES… PERO YA NO. En la seguidilla de esta arremetida congresal, se promovió atropelladamente una ley de desarrollo de la ganadería lechera, que prohíbe el uso de la leche en polvo en la reconstitución de leche evaporada y otros productos. Hubiera sido necesario un debate técnico más amplio, analizando costos, producción, ejemplos de otros países e incluso el marco internacional de los TLC, antes de tomar una medida tan radical que ha sido objetada por los empresarios y aplaudida por los ganaderos y que podría generar descalabros productivos y hasta encarecimiento de precios.
5. ¡ETIQUETADO SÍ…! En el entretanto, lo que es positivo, el Poder Ejecutivo, presionado por las circunstancias, se animó a debatir y aprobar el Reglamento de la Ley de Alimentación Saludable , que en la misma tónica obliga a las empresas a detallar el etiquetado y advertir, con señalización visible y entendible para todos, cuando el producto excede los niveles máximos de sodio, grasa, azúcar, calorías, etc.
Se trata de una medida largamente esperada que quizá, como en el caso anterior, merecía una discusión más profunda y extendida que involucrase a todos los directamente afectados, sean empresas o consumidores. En cualquier caso, el etiquetado claro y detallado es un derecho de los consumidores que a veces es irresponsable o interesadamente era pasado por alto, con pasmosa impunidad.
6. CON LECHE NO CREZCO. Finalmente, este escándalo ha servido para hacer añicos algunos mitos: como bien lo ha resumido el doctor Elmer Huerta, la leche es un alimento importante en los primeros seis meses de vida… pero “después de los dos años, es un alimento opcional como cualquier otro y, por lo tanto, podría ser prescindible”. Se rompe pues, la creencia, machacada por la publicidad láctea, que nos impelía a tomar leche o productos lácteos para, así y solo así, poder “crecer” de modo “saludable”. Volvamos los ojos a la realidad.
7. COME PERUANO, RICO Y SANO. Somos herederos de una rica tradición culinaria, que en las últimas décadas nos ha puesto en la vitrina mundial como el mejor destino gastronómico. A los políticos que actúan mirando las tribunas hay que pedirles prudencia, reflexión y buen juicio. Al resto de los peruanos nos queda abrir los ojos, reparar en lo mucho que tenemos, informarnos bien y variar nuestra dieta.
La lección aquí, y de esto todos somos responsables, es que debemos informarnos mejor y mirar más detenidamente nuestra mar, y nuestra abundante y variada flora y fauna, para darle plena consistencia y vigencia en cada hogar a nuestro eslogan: “Come rico, come sano come peruano”.
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