Realmente admiro a los que siempre la tienen clara: saben qué comer, cómo vestirse, qué les gusta y qué no, quién les gusta y quién no, qué quieren hacer y qué sabor de helado les provoca pedirse. No sé si estos personajes la tienen tan clara, pero definitivamente no le tienen tanto miedo al error y no caen en las trampas de una mente que duda. La mía lo hace con frecuencia para cosas importantes e insignificantes. Es por eso que la toma de decisiones es un tema que personalmente me fastidia y me fascina.
Todos los días, todo el tiempo, tomamos decisiones. Si no afinamos la manera de hacerlo estamos caminando con una piedrita en el zapato desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir. La duda es un modo operativo que más allá de la escala de la decision, incomoda, inquieta y quita mucha energía. Es agotador no saber qué quieres o qué no quieres hacer. Puede ser útil al principio, pero elegirla como forma de vida, es como elegir la inmovilidad como medio de transporte.
¿Por qué dudamos?
Posiblemente, porque creemos que siempre existe una mejor opción. Conclusión Indecisa N° 1: eso es falso. Nunca sabrás las consecuencias reales de esa decisión que no tomaste porque simplemente, no existen. Son suposiciones (posiblemente hechas de tal manera que te harán pensar que tu decisión no fue la mejor). El hábito de pensar ¨en lo que hubiera pasado si…¨ es como contarte un cuento que lo único que hace es desconfiar de tu criterio. Lo único tangible son las consecuencias reales de la decisión que sí hemos tomado. Y una vez que se decide, solo queda ir hacia adelante.
¿Y si me equivoqué?
Te pregunto, ¿cómo sabes si realmente te has equivocado? ¿Acaso existen vidas paralelas que te podrían demostrar que lo que no decides es mejor de lo que decides? Hay que saber confiar en tu voz propia, en tu intuición y también, en tus metidas de pata. Conclusión Indecisa N°. 2: tal vez necesitamos equivocarnos un millón de veces para aprender a tomar mejores decisiones. Todo en esta vida es cuestión de práctica.
Para escucharte, lo mejor, es el tiempo y el silencio. Sobre todo si eres alguien que duda con frencuencia, posiblemente recurrirás a opciones de terceros. Conclusión Indecisa N°. 3: no te tortures en pedir consejos. Nadie sabe mejor que tú lo que quieres y lo que necesitas.
Creo que detrás de la indecision hay un miedo a la muerte porque cuando eliges una idea, muchas otras mueren (o eso creemos). La sensación de soltar posiblidades asusta. Pero como dicen, más vale pájaro en mano…. que quedarte estático mirando tu menú de posibilidades. Conclusión Indecisa N°. 4: la vida te da más de una oportunidad siempre. Si sueltas algo hoy, no significa que lo sueltas para siempre. Confía y deja de girar como un trompo sobre el mismo lugar.
La duda ayuda por momentos. Genera un espacio de cuestionamiento y análisis. Es bueno observar y pensar antes de tomar decisiones importantes. Sin embargo, cuando uno cae en un trompo del no sé, yo personalmente creo que la mejor decision que puedes tomar es no decidir. Cuando aprendes a conocerte, tienes que aceptar tus emociones y estados de ánimo. Así que, si tu cabeza despierta inquieta, intranquila o dispersa, date un break y decide no decidir por un día o unas horas (Conclusión Indecisa N°. 5). Es difícil ver tu reflejo en agua con turbulenta.
Algo importantísimo. No te presiones. No te regañes. Ten paciencia contigo (Conclusión Indecisa N°. 6).
El problema muchas veces no está en decidir, sino en mantenerte firme con lo que decides. Cuestionar decisiones es un hábito agotador. Y mientras más lo repetimos, más se enraíza en nosotros. Por eso, una vez que decides, toma la decisión de no cuestionar más (Conclusión Indecisa N°. 7). Si dudas, te arrepientes, mantente firme. Hazlo como un ejercicio de disciplina. Pronto te darás cuenta que no existen malas decisiones, sino tan sólo consecuencias más o menos complicadas que manejar.
Creo que cometer un error es mucho menos dañino para el alma y para tu salud mental que darle vueltas y vueltas a una decisión como un perro que lame un hueso. Recuerda: suponer que existe otra manera de hacer las cosas es falso. Sólo existe una manera, y es, de la manera en la que decides hacerla. Así que, chau arrepentimiento.
La duda se convierte un hábito. Todo hábito es resultado de la repetición. Los hábitos no nos definen: se nos pegan. Y como cualquier cosa que se pega, se puede despegar. ¿Cómo? Formando un nuevo hábito. Habituarte a pensar simple y en líneas rectas te facilita la vida, te lleva al presente y te saca de tu cabeza. Conclusión Indecisa No. 8: la indecisión no te define.
Y por ultimo, aquí la Conclusión Indecisa No. 9: la falta de descanso le abre el terreno a la duda para que salga a bailar vestida de gala. Si has dormido poco o trabajado mucho, no te tortures si te cuesta decidir. Duerme un poco, descansa tu mente y tu cuerpo, y verás cómo la claridad vuelve. Suelta la búsqueda de lo perfecto, el miedo al error, la necesidad de opiniones y relájate. Todo se soluciona.
Te ayudé, ¿o no?
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