El sólo proyecto de un viaje renueva nuestras neuronas y produce geisers de feromonas y dopaminas. Hoy salimos hacia el Sur en el 4 X 4 de Luis, la ruta atraviesa los Grandes Atlas y tiene más curvas que cualquier carretera de los Andes, de manera que contar con un experto conductor es detalle de mayor importancia. Conforme se asciende vamos dejando atrás verdes prados cubiertos de amapolas y nos encontramos con bosques de pinos centenarios, el coro de trinos que entra por la ventanilla colma todas mis aspiraciones.
Al alcanzar la cumbre del macizo los picos salpicados con grandes manchas de nieve nos circundan, y cuando llegamos al final de la curva el panorama es de quitar el aliento : en la Gorge du Tchika la hondanada es profunda, hasta el horizonte extiende su ondulado manto de colinas azules, en ese abismo insondable me sumerjo, separada del mundo siento que floto entre las nubes.
En el mirador los lugareños han instalado su tienda de fósiles y minerales, si bien es cierto que podemos encontrar algunas piezas falsificadas, lo relevante es que en las cimas de estos montes aún se siguen descubriendo auténticos fósiles marinos de considerable tamaño. Un muestrario de malaquitas, amatistas, cuarzos, lapizlázuli, y muchos otros tesoros arrancados al vientre de la tierra me mantiene hipnotizada con su pétreo destello. La piel se me eriza al pensar que estamos atravesando una cordillera que surgió del choque de dos placas tectónicas hace millones de años, ¡majestuosa cicatriz del drama terrestre !
Más allá, al reconocer los bancales que ascienden desde el río por el barranco cuajado de retamas no puedo evitar exclamar ¡ pero si es igual a los Andes ! Aunque luego cambia por completo : aquí los escarpados desfiladeros muestran claramente las estrías del gran tiempo de la tierra, acullá : bosques de nogales, de abedules y de acacias, donde las cascadas brotan. Ora bajamos por las quebradas entre terrazas de trigales, ora subimos de nuevo hacia las nieves, a cada meandro el río nos presenta un decorado diferente, pero en el último descenso la vegetación se ha ido haciendo más escasa, laderas de tierra bermeja anuncian la proximidad de la región subsahariana.
Sobre la inmensa llanura se ven formaciones geológicas que asemejan tortugas gigantescas, imponentes pirámides truncas casi idénticas a las del Cañón del Colorado. Como heraldas que preceden el arribo de un gran ejército han empezado a aparecer las primeras palmeras datileras. Por todo el camino he observado que los riachuelos bajan transparentes, ahora el valle ensancha su color esmeralda junto a este río donde el agua aún transcurre límpida. Uno tras otro se suceden los oasis del paraíso circundados por arenas doradas, sembrados de kasbahs medioevales, con sus torreones cuadrados y altos muros de tierra oscura, y las garzas revoloteando entre las palmeras. ¡ Ay, Yolanda y yo acabamos de ver un pájaro de alas turquesa cruzando la tarde !
Para acceder a la gran puerta de Aït Ben Haddou hay que cruzar sobre unos sacos de arena acomodados en la corriente. Esta kasbah, cuyo impactante perfil se recorta sobre el azul de la mañana, ha servido de escenario en numerosas películas de Hollywood. La pequeña Celia va volando como un hada sobre las bolsas, no hemos terminado de vadear el río cuando un enjambre de ansiosos muchachos nos sorprende pretendiendo guiarnos. Para sentir la densidad del tiempo y de los intensos acontecimientos aquí sucedidos no necesitamos guía, ascendemos solos, calladamente, hacia el arco por el que desde épocas muy remotas entraron innumerables caravanas procedentes de la vecina Mauritania, de Mali y hasta del lejano Senegal. Aquí ejercitaban el trueque de productos ; desde de los países del Sur venían los camellos cargados de oro y marfiles, pero sobretodo era prioritario el intercambio de azúcar y de sal. La muralla que encierra a la antigua ciudadela es muy gruesa y alta, por sus estrechas callejuelas de tierra seguimos subiendo hasta el mirador para contemplar el vasto oasis.
La canícula se ha hecho insoportable, después de refrescarnos con un vino gris helado, riendo los cuatro en una terraza a la vera del río, nos preparamos para partir hacia la cercana Ouarzazate donde nos espera una sorprendente ceremonia nupcial árabo-berebere.
Continuará…
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3. El éxito no necesariamente trae felicidad.6. Todo siempre está sujeto a un cambio.
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La próxima vez, ya estarás preparad@.
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