"Grecia cuida sus propias fronteras y las europeas. Lo que no puede hacer y nunca hará es hundir barcos y ahogar a mujeres y niños, porque las leyes europeas e internacionales y los valores de nuestra civilización lo prohíben", así ha respondido el ministro adjunto de Asuntos europeos, Nikos Xidakis, a la Unión Europea que constantemente presiona a Grecia para que controle sus fronteras con Turquía, país que se ha convertido en uno de los principales puntos de ingreso de los refugiados.
"Creo que está claro, si no logramos garantizar la seguridad de las fronteras exteriores de la UE, esto es la frontera entre Grecia y Turquía, las fronteras exteriores se desplazarán hacia Europa central", manifestó la ministra de Interior austríaca, Johanna Mikl-Leitner, en referencia a como está actuando Grecia, país que incluso ha sido amenazado por Viena con ser excluido provisionalmente del espacio de libre circulación Schengen.
Las críticas contra Grecia no han cesado, especialmente desde Europa central y oriental, desde donde han acusado a dicho país de no hacer hacer lo suficiente para bloquear el paso de los refugiados por su territorio, visto como la puerta de entrada a Europa, hacia una vida libre de guerras y de abusos, hacia lo que muchos llaman "el sueño europeo".
La llegada de los migrantes y refugiados a Europa no tiene cuando acabar. Tan solo en 2015, se registró el ingreso de 850,000. A ello se suma los otros muchos que perdieron la vida en el mar tratando de llegar a tierras griegas.
El mar Egeo -parte del mar Mediterráneo comprendida entre Grecia y Turquía- es uno de los peligrosos caminos por donde los refugiados deben pasar obligatoriamente. A diario, en sus aguas se pueden divisar a muchos refugiados en sus embarcaciones a la deriva, otros intentado mantener sus cabezas fuera del agua, moviendo los brazos y las piernas frenéticamente en su intento por llegar a tierra.
Escenas como esta se repiten a diario. ¿Qué hacer entonces? Grecia no se ha quedado con los brazos cruzados, mucho menos los pobladores de las islas griegas a donde todos los días llegan refugiados en embarcaciones a punto de colapsar o rescatados por los lugareños de las islas, quienes no dudan en lanzarse al mar con sus barcos o incluso sin ellas para rescatar a cualquier figura humana que divisan en el horizonte.
Desde que las crisis de los refugiados se agudizó, los habitantes de Kos, Lesbos, Chíos, Samos, Rhodes y Leros vigilan constantemente el mar Egeo en busca que náufragos que perdieron en el mar lo poco que traían consigo e incluso a algunos de sus familiares, que desaparecieron entre las olas.
Las acciones de estas personas han llamado la atención de un grupo de académicos de Oxford, Harvard, Cornell, Princeton y de la Universidad de Copenhage, quienes, tomando una iniciativa lanzada por la organización Avaaz, están preparado una petición formal para que el premio Nobel de la Paz de este año sea entregado a los habitantes de las islas del mar Egeo.
¿Será esto posible?
El reglamento de los Nobel es bien claro al señalar que solo personas individuales u organizaciones pueden ser propuestas para llevarse el premio. Este es el motivo por el que muchos esperan que la petición haga mención de las "redes de solidaridad" que se han formado en las islas o a alguna persona en concreto para que reciba el premio Nobel de la Paz.
"Pescadores, amas de casa, jubilados y maestros están ahí todos los días ofreciendo un refugio seguro, ropa cálida, agua y alimentos, a menudo arriesgando sus propias vidas para salvar a la gente de las aguas heladas (...) Sus acciones no deben pasar desapercibidas, porque son contribuyentes importantes a la paz y estabilidad mundial, y son ejemplos claros de amor por los demás en el mundo", son las palabras que acompañan la inciativa de Avaaz.
"Abriendo sus corazones, los isleños mandaron un poderoso mensaje de que la humanidad está por encima de las razas, por encima de las naciones", ha señalado Spyro Limneos un activista de Avaaz, citado por el medio The Guardian.
La actitud de los isleños griegos es admirable no solo porque muchos están arriesgando sus vidas para salvara los refugiados, también porque a pesar de la de que la crisis griega sigue afectando al país, muchos de los ciudadanos no han dudado en prestar ayuda.
El próximo 1 de febrero vence el plazo para proponer nominaciones. La iniciativa de Avaaz y los académicos cuenta con el respaldo del ministro de Inmigración griego, Yiannis Mouzalas.
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